En la sociedad contemporánea, el bienestar se ha convertido en un tema central, promovido por una industria que nos insta a consumir prácticas de bienestar desde la meditación, el ejercicio físico, la mejora de la dieta a la conexión con nuestra espiritualidad. Sin embargo, a medida que la idea de bienestar se ha propagado, se ha transformado en algo centrado exclusivamente en el individuo y en una visión narcisista que ignora un aspecto fundamental: el bienestar de la naturaleza. Hemos reducido el concepto de bienestar a la mejora personal, mientras dejamos de lado una verdad profunda: nuestro bienestar está intrínsecamente ligado al bienestar de los otros y sobre todo del planeta.

El Bienestar Humano como Producto del Consumo. Hoy en día, el bienestar humano es percibido como un producto que se puede medir, cuantificar y mejorar, muchas veces mediante investigaciones a aplicaciones de tecnología. Plataformas como Headspace, Calm y MyFitnessPal nos ofrecen herramientas para mejorar la calidad de nuestro sueño, reducir el estrés o incrementar nuestra actividad física. Sin embargo, la mayoría de estas aplicaciones no consideran el impacto que nuestras acciones tienen sobre el mundo natural ni cómo nuestras relaciones con el entorno afectan nuestra salud física y emocional. Como se puede medir el bienestar de un humano, sin tener en cuenta nada más que eso.

La industria del bienestar se ha convertido en un mercado lucrativo donde las personas compran acceso a servicios de meditación, ejercicio, terapias alternativas, y más, pero pocas veces se cuestiona si estas prácticas realmente promueven una mejora global o solo una ilusión de progreso. Son billones cada año, que van a multinacionales que nada tienen que ver con el bienestar, o a laboratorios que se dedican a recibir fondos que sustentan una idea de bienestar completamente desintegrado. Si bien estos hábitos pueden tener beneficios para los individuos, como la mejora en el manejo del estrés o la reducción de la ansiedad, el foco en la autosatisfacción sin un enfoque colectivo o ecológico nos aleja de la verdadera armonía y salud. No es ya hora de que hablemos claro de que eso no es bienestar.

El Bienestar Humano sin la Naturaleza: Una Visión Incompleta. En un mundo donde las preocupaciones ambientales son cada vez más urgentes, hablar de bienestar sin integrar la dimensión ecológica es, en palabras sencillas, ignorante. Los beneficios de una vida plena no pueden obtenerse de forma aislada de la naturaleza. La desconexión con la Tierra, junto con la sobreexplotación de sus recursos, ha llevado a la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, todos estos fenómenos que impactan directamente nuestra salud y bienestar.

Me resulta increíble ver como por un lado los científicos del bienestar hablan de ecoansiedad, y siguen promoviendo las mismas practicas, cultivar el bienestar en un app. Sin tener en cuenta el coste ecológico de un teléfono, el consumo del mismo, o el sesgo de clase que significa tener móvil o no. Para quien hacemos esos programas de bienestar.

El bienestar no puede ser solo para humanos de una clase blanca dominante, que sigue jugando con tecnológica mientras el planeta se devasta. Este debe ser entendido en una visión holística, que considere no solo a todos los seres humanos, sino también a los ecosistemas y la biodiversidad que compartimos con todas las formas de vida. Un bienestar integral implica reconocer nuestra relación con el planeta y los otros seres vivos, no como una relación de dominación, sino como una de coexistencia y respeto mutuo.

La Necesidad de Repensar el Bienestar: El fin del Ignorante Bienestar El concepto de bienestar no puede seguir siendo limitado a una experiencia egoísta, centrada en el individuo. La propuesta de bienestar debe incluir la salud del planeta y nuestra capacidad para cuidar y regenerar la naturaleza. El bienestar que promueve la desconexión y el aislamiento de la naturaleza es una falsa promesa que perpetúa la ignorancia respecto a las interrelaciones entre los seres humanos y su entorno.

Es fundamental que cambiemos la forma en que medimos el bienestar. No es suficiente con preguntarnos “¿Cómo me siento yo?” o “¿Estoy mejorando mi salud?”, sino que debemos comenzar a preguntarnos:

¿Cómo están los ecosistemas que nos rodean?
¿De qué manera nuestras acciones afectan la biodiversidad y la sostenibilidad global?
¿Cómo nuestras interacciones con la naturaleza influyen en nuestra salud mental, emocional y física?

Solo cuando entendamos que el bienestar humano es inseparable del bienestar del planeta podremos crear una sociedad verdaderamente saludable. El bienestar no puede ser alcanzado a expensas de la naturaleza, sino que debe surgir de una relación respetuosa, consciente y regenerativa con el planeta. El “Ignorante Bienestar” es un concepto erróneo que necesita ser desmantelado, para dar paso a una visión de bienestar verdaderamente integrada, que valore tanto el bienestar humano como el de la Tierra.

Medir y Promover el Bienestar: Hacia una Nueva Perspectiva Integral

Medir el bienestar se ha convertido en una práctica común en la sociedad moderna, desde la autoevaluación personal hasta el uso de aplicaciones y dispositivos tecnológicos. Sin embargo, las métricas de bienestar hoy en día están demasiado centradas en un tipo de individuo y en la mejora personal, sin tener en cuenta un aspecto fundamental: la conexión y el impacto de los seres humanos en el entorno natural. Pensemos en cómo debemos medir el bienestar y cómo estas mediciones pueden orientarse hacia un bienestar colectivo, ecológico y profundamente interrelacionado con la naturaleza.

La Falta de Perspectiva Ecológica en las Mediciones Actuales. Las herramientas de medición del bienestar actualmente más utilizadas —como las aplicaciones de salud mental, actividad física y meditación— tienden a centrarse exclusivamente en el bienestar personal. Medimos cuántas horas dormimos, cuántos pasos damos al día, qué tan satisfechos nos sentimos con nuestra vida, o cuán bajos son nuestros niveles de estrés. Si bien estos indicadores pueden proporcionarnos una visión general de la salud mental y física, omiten un aspecto fundamental: nuestro impacto en el entorno natural.

En aplicaciones como Headspace, Calm, o Fitbit, y miles mas que no merecen ni ser nombradas, no se aborda la pregunta de cómo la conexión con la naturaleza impacta en la salud del individuo ni cómo nuestras prácticas pueden estar contribuyendo a la degradación del planeta. Estas mediciones no incluyen factores ecológicos, como el uso de recursos naturales, la biodiversidad local o el consumo responsable. Este vacío crea una visión distorsionada del bienestar, que desconoce la importancia de la interconexión entre todos los seres vivos.

El mercado global de aplicaciones de bienestar alcanzó ingresos de aproximadamente 9,7 mil millones de dólares en 2023, con una proyección de crecimiento que llevará este valor a 26,19 mil millones de dólares para 2030. Este crecimiento está impulsado por factores como la creciente conciencia sobre la salud, la adopción masiva de dispositivos portátiles y la creciente popularidad de las aplicaciones centradas en el bienestar tanto físico como mental. Las aplicaciones más populares incluyen Calm, Headspace y Noom, las cuales generalmente ofrecen suscripciones de pago, representando el segmento de suscripciones pagadas alrededor del 67% de la cuota de mercado en 2023​

Las áreas clave de enfoque en el mercado de aplicaciones de bienestar incluyen ejercicio y pérdida de peso, meditación y manejo del estrés. La mayor parte de los ingresos provienen de las aplicaciones de ejercicio y pérdida de peso, con una tendencia creciente hacia los dispositivos portátiles y los rastreadores de fitness que se sincronizan con estas aplicaciones. América del Norte, especialmente los Estados Unidos, sigue siendo la región dominante, con una creciente demanda de aplicaciones móviles relacionadas con la salud que contribuyen significativamente al crecimiento del mercado. Sigo preguntándome si es esto bienestar o más bien el malestar de una cultura.

Hacia una Medición Holística del Bienestar. Si realmente buscamos promover un bienestar que sea sostenible, debemos comenzar a integrar en nuestras mediciones no solo indicadores personales, sino también indicadores ecológicos. Esto implica medir:

El impacto ambiental de las acciones humanas: Desde el uso de recursos hasta la huella de carbono personal, y cómo estas afectan nuestra salud colectiva.
La conexión con la naturaleza: Evaluar cómo las prácticas que fomentan la interacción consciente con la naturaleza pueden mejorar el bienestar emocional y físico.
La regeneración ecológica: Medir el grado en el que las personas participan en prácticas sostenibles, como la plantación de árboles, el reciclaje, y la restauración de hábitats naturales.

El Bienestar Colectivo y Ecológico. El bienestar no debe ser visto como una meta personal aislada, sino como un concepto colectivo que se extiende más allá del ser humano. Llevo años pidiendo que los índices de bienestar sean más inclusivos, que no se mienta con los datos, pero no hay manera. El bienestar humano está intrínsecamente relacionado con el bienestar de los ecosistemas, la biodiversidad y el equilibrio global del planeta. Al dirigir nuestras mediciones hacia un bienestar que considere a la Tierra y a todas las formas de vida, podemos promover una visión de bienestar global y sostenible, en la que todos los seres humanos, animales, plantas y ecosistemas prosperen juntos.

Un Cambio de Paradigma en las Mediciones de Bienestar

Para avanzar hacia un bienestar verdadero y sostenible, necesitamos redirigir nuestras mediciones hacia un enfoque integral que valore tanto la salud del individuo como la salud del planeta. El bienestar humano no puede ser alcanzado sin considerar las repercusiones de nuestras acciones sobre la naturaleza. Es imperativo que cambiemos nuestras métricas y enfoques para promover un bienestar ecológico que incluya la regeneración, la sostenibilidad y la justicia social, reconociendo que todos estamos conectados en una red compleja de vida. Solo entonces podremos crear una sociedad verdaderamente saludable, tanto para nosotros como para el planeta.

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