Este artículo analiza la figura y el pensamiento de Ibn Jaldún (1332–1406) desde una perspectiva ecológica y territorial. Considerado uno de los padres de la sociología, la historia y la ciencia política, su obra “Muqaddima“ (Introducción a la historia universal) ofrece una lectura profunda de las relaciones entre el entorno natural, la cultura, la economía y el destino de las civilizaciones. Aquí se examina cómo Ibn Jaldún comprendía el papel del medio ambiente en la formación del carácter humano, el desarrollo de las sociedades y el ascenso y caída de las dinastías. Su pensamiento anticipa una comprensión sistémica del mundo social y natural que sigue siendo sorprendentemente vigente en la actualidad.
Cuando se habla de los fundadores del pensamiento social, se suele citar a Montesquieu, Comte, Marx o Weber. Sin embargo, siglos antes de ellos, un pensador magrebí ya había propuesto una teoría profunda sobre la sociedad, la economía, la cultura y la historia, en diálogo constante con la geografía, el clima y los recursos naturales.
Ese pensador fue Ibn Jaldún (Ibn Khaldūn), nacido en Túnez en 1332. Su obra cumbre, la Muqaddima, escrita en 1377, es un texto monumental que sirve como introducción a su Kitāb al-ʿIbar, una historia universal. Pero la Muqaddima es mucho más: es un tratado de sociología, antropología, economía, filosofía política… y también de ecología social.
La tierra como matriz de la civilización
El medio ambiente como factor de cultura
Uno de los aportes más originales de Ibn Jaldún es su idea de que el entorno natural moldea el carácter de los pueblos. En sus palabras:
“El aire inflama el carácter, la comida influye en la complexión, y el clima en los hábitos.”
Para él, no hay cultura sin geografía. El desierto forma al nómada: austero, resistente, solidario. La ciudad, en cambio, produce refinamiento, organización y lujo, pero también dependencia, decadencia y fragilidad. Este enfoque ecológico del carácter colectivo le permite explicar por qué ciertas sociedades se imponen sobre otras o se deterioran con el tiempo.
Nómadas y sedentarios: ecología del poder
Ibn Jaldún diferencia entre pueblos beduinos (nómadas) y pueblos sedentarios (urbanos). Los primeros, ligados a la tierra y al pastoreo, tienen una ‘asabiyya (cohesión social) fuerte, porque dependen unos de otros y están en contacto constante con las adversidades del entorno. Los segundos, más prósperos pero más cómodos, tienden al individualismo, al lujo y, eventualmente, a la decadencia.
Esta relación dinámica muestra que Ibn Jaldún no solo entendía el poder político como institucional, sino como producto de una relación viva con el paisaje, el clima y los recursos.
Ecología del ascenso y la decadencia
El ciclo de las dinastías
Ibn Jaldún propuso una teoría cíclica de la historia: las civilizaciones surgen, crecen, se debilitan y caen. Lo notable es que este ciclo está profundamente condicionado por factores ecológicos y económicos.
Las nuevas dinastías suelen surgir desde el desierto o las regiones rurales, donde las condiciones de vida forjan el carácter colectivo. Una vez que conquistan las ciudades, se vuelven sedentarias, disfrutan de los placeres del lujo y se alejan de su origen austero. Finalmente, pierden cohesión y son reemplazadas por nuevos grupos más duros, provenientes de entornos rurales o marginales.
Este ciclo no es moralista, sino estructural y ambiental. La tierra, el clima, la disponibilidad de recursos, y la presión sobre ellos, son elementos que marcan el pulso de la historia.
Agricultura, clima y economía
Ibn Jaldún dedica partes de su obra a analizar cómo la actividad económica —especialmente la agricultura— depende del entorno. Afirma que el clima, la fertilidad del suelo y la organización del trabajo agrícola determinan el desarrollo económico. También advierte sobre el agotamiento de la tierra por sobreexplotación, y cómo esto debilita la base material de las ciudades.
Estos planteamientos se acercan a una ecología política avant la lettre, en la que el medio ambiente no es un fondo pasivo, sino actor fundamental de la historia.
Una visión protoecológica del mundo social
Un pensamiento sistémico
Ibn Jaldún pensaba el mundo social como un sistema vivo. Todo está interrelacionado: geografía, alimentación, clima, economía, política, religión. No hay un solo elemento que pueda entenderse de manera aislada. Así, por ejemplo:
Este enfoque anticipa lo que hoy llamaríamos un modelo ecológico o complejo de análisis social, en el que los factores no son lineales, sino circulares y mutuamente influyentes.
Contra la artificialidad del lujo
Otro aspecto que vincula a Ibn Jaldún con una sensibilidad ecológica es su crítica al lujo excesivo y a la artificialidad. En varias partes de la Muqaddima, señala cómo el progreso material desmedido lleva al debilitamiento del cuerpo, del espíritu y de la comunidad. Este juicio no es puramente moral: es una advertencia sobre la desconexión del ser humano con su entorno natural.
En su pensamiento, el equilibrio con la naturaleza es clave para la sostenibilidad de una civilización.
Vigencia del pensamiento de Ibn Jaldún hoy
En tiempos de crisis climática
La lectura de Ibn Jaldún es especialmente relevante en la era del cambio climático. Su forma de entender la historia como un proceso condicionado por el entorno puede ayudar a repensar el desarrollo más allá de modelos puramente técnicos o económicos. Su advertencia sobre la decadencia por exceso, y sobre la necesidad de una relación equilibrada con la tierra, anticipa muchas de las preocupaciones actuales sobre sostenibilidad.
En estudios de ecología política y resiliencia social
La Muqaddima puede ser leída hoy como un texto que aporta herramientas a la ecología política, a los estudios de resiliencia territorial y a la crítica del desarrollo urbano. Su concepto de ‘asabiyya como fuerza de cohesión tiene paralelismos con las ideas de capital social, redes comunitarias y cooperación como respuesta a crisis ecológicas.
Ibn Jaldún no fue ecologista en el sentido moderno, pero su pensamiento es profundamente territorial, ambiental y relacional. Para él, las sociedades nacen del contacto con la tierra, se transforman con ella y mueren cuando la olvidan. El paisaje no es un fondo decorativo: es la matriz vital de la civilización.
Leer a Ibn Jaldún hoy es recuperar una mirada amplia, compleja y profundamente lúcida sobre el destino de las culturas humanas. Es recordar que la historia no se escribe solo en los libros, sino en la tierra, el aire, el agua y las formas en que los humanos habitan su mundo.
Referencias