Cuando pensamos en los grandes pioneros de la ciencia natural, pocas veces recordamos que, siglos antes de la botánica moderna, un sabio del mundo islámico ya había sembrado una comprensión profunda del reino vegetal.
Su nombre era Abū Ḥanīfa Aḥmad ibn Dāwūd al-Dīnawarī (828–896), conocido simplemente como Al-Dīnawarī.
Al-Dīnawarī fue un polímata excepcional: astrónomo, historiador, matemático… perosobre todo, un amante de las plantas. En su obra monumental, el Kitāb al-Nabāt (El Libro de las Plantas), recopiló no solo descripciones botánicas precisas, sino también observaciones sobre el modo en que los árboles y las plantas parecían responder a los ciclos de la tierra, el clima y la atención humana.
En cierto modo, fue uno de los primeros en intuir que la vida vegetal no es pasiva, sino sensitiva en su propia escala.
Una sensibilidad ecológica olvidada
En tiempos donde la naturaleza era vista como un mero recurso, Al-Dīnawarī hablaba de los ciclos naturales, de la necesidad de comprender el ritmo de las estaciones, la memoria de la tierra, y el respeto hacia los árboles.
No desde una perspectiva mística exclusivamente, sino desde una observación amorosa y científica.
Su sensibilidad recuerda la biofilia tal como hoy la entendemos: el impulso profundo y ancestral del ser humano hacia el mundo natural.
Para él, conocer las plantas no era una cuestión utilitaria, sino una forma de integrarse en el orden armónico del universo.
El legado vivo de Al-Dīnawarī
Aunque gran parte de su obra se perdió con el paso del tiempo, fragmentos del Kitāb al-Nabāt sobreviven como testimonio de una mirada que no separaba el conocimiento de la reverencia.
Al-Dīnawarī vio en los árboles maestros silenciosos: sabían crecer con paciencia, adaptarse al entorno, resistir las tormentas y ofrecer generosamente sus frutos.
Su aproximación integradora a la ciencia y la naturaleza prefigura lo que hoy llamamos ecología profunda y biopoética.
En cada brote, en cada raíz, veía una historia de adaptación, de memoria y de sensibilidad, invitándonos a entender que los árboles también sienten el mundo, a su manera.
Biofilia y arte: un puente de siglos
Hoy, recuperar el legado de sabios como Al-Dīnawarī no es solo un acto de memoria histórica, sino una necesidad vital.
Su visión biofílica puede inspirarnos a reencontrarnos con la naturaleza, no como una mercancía, sino como una comunidad viva de la que somos parte.
El arte, la ciencia y la contemplación se funden en su figura, recordándonos que la belleza del mundo no está solo para ser admirada, sino para ser protegida y amada.
🌿
Al-Dīnawarī sigue hablándonos, desde la antigua tierra de Dīnawar, sobre la sensibilidad secreta de los árboles y la responsabilidad de los humanos como sus hermanos.