Quizás ahora estas bajo la sombra de una higuera, oliendo el intenso aroma de los pinos o leyendo bajo un manzano florecido. Los árboles maduros nos acogen y nos dan sombra, nos exaltan con sus hermosos tonos toda nuestra percepción haciéndonos crujir cada parte de nuestro ser. La vida fluye más y más intensamente cerca de un árbol.

 

Los humanos tenemos una inclinación innata a la bondad, y también al orden estético de la belleza, a cuidar del paisaje y a crear condiciones que armonizan nuestro bienestar.

 

Cultivar, proteger, plantar y reparar arboles forma parte de nuestra naturaleza innata, la bondad.  Innumerables estudios demuestran como los árboles, los bosques y las selvas son fuente de bienestar, de salud publica y de resolución de conflictos en los países.

 

No se trata solo de que el árbol hace  disminuir las enfermedades, sino incluso nos  evita contraerlas. No se trata solo de pasar un tiempo bajo los árboles y de darse un baño o abrazarlos. Es mucho más que eso, es tener en cuenta a los árboles como seres, no simplemente usarlos como productos que pueden disminuir el estrés o la presión arterial. Los árboles son seres sintientes y eso no hace falta demostrarlo.  Cuando paseamos por un parque, un santuario, una reserva o un lugar donde hay gran presencia de especies, podemos sentir esa dimensión profunda, de protección, amparo y refugio.

 

Los árboles nos han cuidado durante miles de años, desde dándonos extractos para elaborar medicinas, hasta comida, sombra, soberanía económica. Nunca nos han pedido nada las selvas, ni los bosques, nunca hemos retornado al árbol el valor que tiene, nunca. hasta ahora. Es de especial importancia que preservemos, conservemos y reparemos los árboles, el árbol no es un producto o un bien económico, es un ser sintiente que contribuye al bienestar en este planeta.

 

Puedes ayudar a mantener en pie los árboles. Protege un árbol, hazte amigo de él.

 

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